Antecedentes (II)
Con el propósito de contarles un poco lo que ha venido pasando en mi vida decidí primero compartir ciertos antecedentes, en la publicación anterior resumí mis años desde el kinder hasta el final del cole, ahora siguen los años de universidad.
Ingresé a la universidad en el 2005, orgulloso A5 de la UCR sede del Puerto, seguía cargando a cuestas con el sobrepeso que siempre había tenido, sin embargo en los años de U fue cuando más pesado llegué a estar, creo que una combinación de factores me llevaron a eso: un sedentarismo en su máxima expresión, recuerdo que cuando me tocó llevar la deportiva (baloncesto era lo único que daban en aquel entonces) le decía a la profe que yo estaba estudiando informática para estar sentado en un escritorio y con aire acondicionado, no para estar corriendo y dando vueltas en un gimnasio; también pocas horas de sueño, muy malos hábitos alimenticios y una despreocupación por la salud y la imagen personal que hacía que poco me importaran las cosas.
Transcurrió un año de estudios universitarios y ya había ganado más peso en comparación al cole, pero aún faltaba ganar más.
Los kilos seguían en aumento, yo no lo sabía porque los estuviera controlando sino porque la ropa me dejaba de quedar y tocaba comprar tallas más grandes, tuve que usar XL en camisetas y 44 en shorts. La fotografía de arriba (tomada donde un amigo mientras hacíamos alguna progra de la U) creo que registra el momento de cuando estuve más gordo.
Varias veces en distintas etapas de mi vida había intentado sin éxito bajar de peso, incluso estuve en control con algún nutricionista de la Caja, el fracaso de esos intentos se pueden resumir en falta de interés: lo intentaba por insistencia de otros no por determinación propia. Para el segundo semestre del 2007 empecé a pensar que realmente estaba muy gordo, que era una dicha no tener ningún padecimiento de salud ni sufrir ningún complejo por la gordura, pero que no siempre iba a ser joven y que con sobrepeso los años venideros podrían ser complicados: la presión, el colesterol, y para mí, la muy temida diabetes (me encantan los postres y hay antecedentes en la familia, no me imagino no poder comer reposterías, panes y el otro montón de cosas a las que hay que renunciar) entre otros padecimientos para los cuáles estaba comprando números, así que empecé a barajar la posibilidad de hacer un cambio en mi vida, mejorar la alimentación y hacer ejercicios, pero no reunía lo necesario para hacer el arranque. Varias veces lo hablé con algún amigo y quedábamos de ir juntos al gym pero no lo hacíamos, alguna excusa surgía y cancelábamos los planes, así pasaron varios días o hasta semanas, hasta que el martes 26 de septiembre de 2007 tomé la decisión de ir al gym, fuese solo o fuese acompañado, llamé a mi amigo para ir, me dijo que no podía así que tomé la bicicleta y me fui para el lugar que me había recomendado mi hermano, el gimnasio de Hugo en Esparza.
Llegué, ahogado pero llegué, y hablé un poco con Hugo (se notaba fácilmente cuál era mi propósito en ese lugar) y pasamos a la báscula, había transcurrido un buen tiempo desde la última vez que me había subido en una así que no tenía ni idea de cual era mi peso. Anécdota rápida: una vez me pesé y salí en 98 entonces le puse para llegar a 100Kg (vaya idiota). La báscula arrojó el altísimo y cerrado número de 117Kg, recuerdo como hoy que Hugo me palmeteó el hombro y me dijo: «está pesadito, verdad».
Ese día empezó un camino muy interesante donde el trabajo fuerte, la ayuda de mi mamá en la preparación de los alimentos y como motivadora, de mi papá comprando cosas especiales para mí y la guía de Hugo darían muy buenos resultados. Pensaba que no había alcanzado nada durante el primer mes, no veía ni sentía ningún cambio, le decía a mi mamá que al menos esperaba haber bajado un par de kilos, ella me seguía motivando. Así llegó el día de pesarme y registrar el avance de esos primeros 30 días, esta vez la báscula no llegó tan arriba, registró 112.2Kg, lo que quería decir que había bajado 4.8 kilos, me sentí tan feliz y motivado que era justo lo que necesitaba para seguir adelante con aquello, Hugo me felicitó y mi mamá compartió mi felicidad, creo que ella creía más en mí que yo mismo.
10 meses en total me llevaron para perder 40 kilos y así pesar 77, a veces lo veo en retrospectiva y me sorprende un poco de donde saqué tiempo para todo, porque estaba en la segunda mitad de la carrera, simultáneamente empecé a estudiar inglés también como carrera universitaria, además hasta de novia me hice. No es solamente una cuestión de tiempo, lo es también de motivación, disciplina y determinación; mentiría si digo que lo logré solo o que en algún momento no me sentí muy cargado de cosas, pero el apoyo de familia y amigos, su buena vibra y sus palabras de ánimo eran parte del combustible para que la maquinaria siguiera funcionando.
Luego me di cuenta que no me gustaba estar tan flaco, entonces empecé a oscilar entre los 80 y los 82 kilos, me sentía más cómodo así. No me pregunten de porcentajes de grasa o índices de masa corporal porque en aquel entonces no tenía conocimiento de esos valores y de su importancia, y para esa ocasión no fui donde un nutricionista, mi mamá y yo nos basamos principalmente en los consejos de conocimiento general de nutrición y alguna que otra cosa que recordábamos de visitas al nutricionista, especialmente de mi mamá que cuando yo fui (me llevaron) era un chiquillo.
En algún momento a partir del 2008 (además del gimnasio), por influencia de mi papá, su amor por la naturaleza y el ciclismo, empecé a practicar ciclismo de montaña con él, fue una de las mejores decisiones que pude tomar, conocí un montón de lugares chivas de Costa Rica, compartí con gente linda, me acercó a mi viejo y disfruté de la vibra y las emociones que se viven en las competencias recreativas de MTB. Mi mayor hito deportivo hasta ese momento lo logré en este deporte: completé una ruta hermosa y retadora físicamente que comunica Esparza con San Ramón por caminos y pueblos rurales, pasando por San Jerónimo, Cerrillos, Peñas, Carrera Buena, Salvador, otros pueblitos que no recuerdo el nombre, hasta llegar a Piedades Sur de San Ramón; luego de ahí nos fuimos al mercado del centro a comer algo y bajamos de regreso por Cambronero, nunca antes había hecho algo así, es de mis mejores recuerdos. El MTB también me permitió descubrir algo de mí que no sabía en ese entonces y era mi inmenso gusto y amor por la naturaleza y especialmente la montaña, herencia directa de mi papá. (spoiler: actualmente logré otro hito deportivo, pero ese lo veremos más adelante en una futura publicación).
Así transcurrió el tiempo y llegó diciembre del 2009 donde terminé mis estudios universitarios y el diplomado en inglés, acto seguido empecé a buscar trabajo, la búsqueda fue de apenas unos pocos meses ya que para el viernes 19 de marzo del 2010 me estaban llamando a entrevista y el lunes 22 me estaban llamando para decirme que empezaba a trabajar al día siguiente, recuerdo que cuando me llamaron estaba limpiando la casa. Así fue como mi nuevo yo (que ya se había cortado el pelo para ese momento) alistó ropilla para una semana, la puso en una maleta, y sin tener donde vivir emprendió viaje para San José (por dicha mi amigo Raúl me dio hospedaje mientras encontraba un lugar para vivir), pero en esa maleta iba más que ropa, también cargaba un montón de ilusiones por un nuevo comienzo, la determinación y las ganas de enfrentar los nuevos retos y encarar la vida adulta con una nueva actitud y un montón de kilos menos.
Modificado para agregar el enlace a la tercera parte.
